
Las palabras que dirigimos a los estudiantes nos indican lo que estamos comunicado, una actitud de escucha, de ignorancia, de interes, de atención, entre otras, cada uno le da la prioridad que merece, cuando esto ocurre, inmediantamente nos damos cuenta los canales que usamos, los validamos o los desechamos, otras veces nos quedamos con el mensaje y hasta que lo procesamos lo damos por cierto, pues ¿a quién no le ocurrido que unos minutos después, o incluso horas y días le encuentra sentido a lo que nos digeron?. Incluso de manera involuntaria nos gana la risa o nos enfadamos. ¿Por qué ocurre esto?, ¿Qué pasa con nuestra interpretación?, pudiera citar muchas preguntas, pero no viene al caso, por el momento pues cuando uno se comunica, no siempre esperamos una respuesta inmediata, se necesitan de otros factores externos que le den el contexto suficiente a las palabras que empleamos en nuestros dialogos. Las mejores ideas plasmadas en los grandes libros, las discusiones trascendentales que hemos tenido en nuestras vidas, sin duda habran tenido algo paradógico, el silencio. Acaso no les ocurrido que ante el regaño o la discrepancia de los padres con nuestros ideales o convenencias, de la pareja o la novia, o de los propios fam
iliares es preferible el silencio que la discusión vana? algunos le llaman prudencia, otros le llaman tonterias y otros más le dicen de otra forma, la que quieran.

En la vida del estudiante, como en la de cualquier persona, hay ocasiones que ante el descontento de su compañero o de su profesor es preferible guardar silencio, quedarse callado mostrando respeto por el sentimiento negativo que siente el otro, pienso que acompañado de una palmada en la espalda cargada de complicidad y de afecto, nuestan una actitud de disponibilidad al diálogo y de responsabilidad. ¿qué opinan?